martes, 8 de enero de 2008

Capítulo 1, Episodio 4



Sus pasos eran espaciados, haciendo más difícil mi concentración, mi cuerpo clamaba su nombre, lo necesitaba, necesitaba su aliento sobre mi piel , necesitaba mi sangre corriendo por sus manos.

Se detuvo cuando estuvo en mi costado derecho, sentí una ráfaga de aire justo a unos centímetros de mi pecho, las barbas de su látigo olían a él, era insoportable la expectativa y mi cuerpo si querer reaccionaba humedeciendo la espera.

No pronunció palabra, pero nos comunicábamos con telepatía, sentí sus manos sobre las cuerdas que sostenían a mis manos, esto me hizo estremecer, de dos movimientos casi ensayados me puso de pie, yo mordía mi mordaza sin control gritando su nombre desde mis adentros. Sentí mis pies descalzos en el frío piso, como una premonición pude ver las argollas empotradas en la pared, liberó mis pies delicadamente, sus movimientos eran suaves casi amorosos, liberó mis manos, sin embargo me sentía atada todavía.

De espalda a la pared mis brazos ahora pendían de las argollas, extendidos no en su totalidad, mis piernas abiertas haciendo una perfecta cruz, estaba empapada, cansada, hambrienta y con deseos de ser sacrificada hasta que no me quedara fuerza.

-Uno, pronunció en acento extranjero, recibí la ráfaga de dolor en mi pecho derecho.
-Dos, recibí la ráfaga en mi pecho izquierdo

El olor a húmedo colmaba mi olfato, mi vista se nublaba por las lágrimas y mi cerebro estaba en loop repitiendo su nombre.

Contó hasta 18 cuando mi cabeza cayó. Se acercó a mí y me dijo: -¡Bienvenida! El sonido de su látigo fue lo último que escuché.

Cuando desperté me encontraba en una habitación bellísima, decorada con exquisito gusto y detalle, me encontraba desnuda debajo de una túnica de algodón virgen, mi cabello había sido lavado y mis heridas atendidas, desperté con confusión cuando, me temía me hubieran sedado, odiaba la idea de perder un ápice de sensibilidad, me había dispuesto a vivirlo todo en mi consciencia.

Sobre la amplia cama en la que me encontraba habían dejado una charola con comida, frutas secas, poco de pan y una jarra de agua y otra de vino, me incorporé a la velocidad que mis heridas lo permitieron, fue cuando me percaté que tenía un artefacto que me penetraba el ano y un collar al cuello, mi sed era insoportable así que comencé a beber directo del recipiente. Adoraba la idea de tener puesto un collar con una cadena atada al borde de la cama, me hacía sentir amada y necesitada, la cadena no era muy larga así que tuve que moderar mis movimientos para no estrangularme. Comí y bebí, y pensé en lo afortunada que era.

Mi sexo gritaba su nombre, mi sexo se ahogaba por él…

foto: John Chilton

2 comentarios:

H.R.Cuenya dijo...

Un S/M a punto caramelo.

¿Bondage? ¿es bondad?,

Inocencia prohibida dijo...

Interesante tu blog...

Besos bien atados...

Inocencia prohibida