martes, 29 de enero de 2008

Te bastó

Sólo un instante;
un momento.

Para hacerme
comprender,
la palabra miserable.

Para cambiarme la vida.

Para coronar mis miedos
con el roce de tus labios.

¿Odiarte?
¡No!, eso sería muy poco.

Siempre te llevaré
sobre mi pecho.

Alrededor del cuello

Mí boca
seguirá temblando.

Tú sabor
me atormentará
eternamente.

domingo, 27 de enero de 2008

Un gran vacio

Para tí ya no es lo mismo.

Para mí...

ya nada será.

martes, 22 de enero de 2008

Capítulo 2, episodio 1


Medir el tiempo para mí era algo del pasado, en la habitación no había ventanas, la luz artificial engañaba mi cerebro en mi intento de saber que hora era, había comido y había bebido, me encontraba ebria por el vino que había tomado esto me ayudo para olvidar un poco el dolor de mis heridas.


Encontré confort en la cama después de haber saciado mi hambre y sed, no se oía nada afuera, el silencio se me metía por los huesos, el artefacto insertado en mi interior había encontrado su lugar y ahora se sentía que me pertenecía, mi embriaguez me hacía estar hipersensible al olor al tacto y al fuego que se me salía por las yagas... sólo podía oír el acelerado latido de mi corazón. Sin embargo, necesitaba oír algo que no viniese de mi, necesitaba saber algo. Después de lo que yo pienso fue una hora se apagó la luz, me encontraba completamente a oscuras, sin saber que hora era, sin saber que iba a pasar, desnuda bajo una bata y encadenada a la cama, pero esa no era la única cadena que me aprisionaba.


Sentí miedo de verme en esta situación, sentí miedo de la oscuridad, pero sentí miedo de mi misma al darme cuenta que me excitaba todo esto. Sentí ganas de orinar, un hilo helado bajo por mi espalda, traté de levantarme, tratando de calmar mi respiración, pero la cadena atada a mi cuello era muy corta, con el brazo extendido traté de desatarla, pero era imposible descifrar cómo hacerlo, no sabía a donde me dirigiría en caso de verme libre, apreté las piernas tratando de detener el flujo, respiraba forzándome a hacerlo lentamente, el miedo la oscuridad no me ayudaban lágrimas rodaron por mis mejillas, al pensarme ahí encerrada atada y avergonzada, no sé cuanto tiempo pasó, seguí llorando sin control pensando en que no podría aguantar ni un minuto más…la puerta se abrió de un solo golpe...miedo...era él…la firmeza en sus pasos, estaba por estallar...con voz hueca me dijo: -¡No te atrevas! Involuntariamente me deje ir, no puse resistencia, mi ropa mi cama y yo misma todo inundado. Nunca me hubiera imaginado lo que esto representaría, mi cuerpo ya no me respondía, mi cuerpo lentamente se ofrecía a él.


Su furia se podía respirar, mi cuerpo temblaba del estrés vivido, de miedo y de deseo, me asió por la cadena en un solo movimiento y me dijo al oído…-”te voy a enseñar a obedecerme”.



foto: looknsee photography

martes, 8 de enero de 2008

Capítulo 1, Episodio 4



Sus pasos eran espaciados, haciendo más difícil mi concentración, mi cuerpo clamaba su nombre, lo necesitaba, necesitaba su aliento sobre mi piel , necesitaba mi sangre corriendo por sus manos.

Se detuvo cuando estuvo en mi costado derecho, sentí una ráfaga de aire justo a unos centímetros de mi pecho, las barbas de su látigo olían a él, era insoportable la expectativa y mi cuerpo si querer reaccionaba humedeciendo la espera.

No pronunció palabra, pero nos comunicábamos con telepatía, sentí sus manos sobre las cuerdas que sostenían a mis manos, esto me hizo estremecer, de dos movimientos casi ensayados me puso de pie, yo mordía mi mordaza sin control gritando su nombre desde mis adentros. Sentí mis pies descalzos en el frío piso, como una premonición pude ver las argollas empotradas en la pared, liberó mis pies delicadamente, sus movimientos eran suaves casi amorosos, liberó mis manos, sin embargo me sentía atada todavía.

De espalda a la pared mis brazos ahora pendían de las argollas, extendidos no en su totalidad, mis piernas abiertas haciendo una perfecta cruz, estaba empapada, cansada, hambrienta y con deseos de ser sacrificada hasta que no me quedara fuerza.

-Uno, pronunció en acento extranjero, recibí la ráfaga de dolor en mi pecho derecho.
-Dos, recibí la ráfaga en mi pecho izquierdo

El olor a húmedo colmaba mi olfato, mi vista se nublaba por las lágrimas y mi cerebro estaba en loop repitiendo su nombre.

Contó hasta 18 cuando mi cabeza cayó. Se acercó a mí y me dijo: -¡Bienvenida! El sonido de su látigo fue lo último que escuché.

Cuando desperté me encontraba en una habitación bellísima, decorada con exquisito gusto y detalle, me encontraba desnuda debajo de una túnica de algodón virgen, mi cabello había sido lavado y mis heridas atendidas, desperté con confusión cuando, me temía me hubieran sedado, odiaba la idea de perder un ápice de sensibilidad, me había dispuesto a vivirlo todo en mi consciencia.

Sobre la amplia cama en la que me encontraba habían dejado una charola con comida, frutas secas, poco de pan y una jarra de agua y otra de vino, me incorporé a la velocidad que mis heridas lo permitieron, fue cuando me percaté que tenía un artefacto que me penetraba el ano y un collar al cuello, mi sed era insoportable así que comencé a beber directo del recipiente. Adoraba la idea de tener puesto un collar con una cadena atada al borde de la cama, me hacía sentir amada y necesitada, la cadena no era muy larga así que tuve que moderar mis movimientos para no estrangularme. Comí y bebí, y pensé en lo afortunada que era.

Mi sexo gritaba su nombre, mi sexo se ahogaba por él…

foto: John Chilton

jueves, 3 de enero de 2008

Capítulo 1, Episodio 3




Mis pezones reaccionaron a la fría temperatura de la habitación a la que me habían conducido, había perdido mi capucha, sin embargo, la luz era escasa y sólo podía distinguir algunas figuras. Una ventana semiabierta por la que se colaba un rayo de luz, dos figuras femeninas y un mueble de que solo intuía su altura.

Mis manos atadas en mi espalda, descalza, mi ropa interior fue retirada ceremoniosamente, el silencio me calaba los huesos, hasta que el sonido seco de un látigo me sacó de mi estupor. Repite:- ¡gracias ama, por favor hágame merecedora de un azote más!. El tamaño de la frase me permitía recuperarme del dolor en los intervalos, aunque al mismo tiempo incrementaba la expectación y así el miedo (que se traducía en dolor y placer) Mis nalgas ardían- dolor y placer- repetía mi mente. 25 conté, éramos tres en la habitación mi ama y otra esclava, mi ama tras de mi, la otra mujer al frente. La esclava tenía sus miembros libres permanecía frente a mi inmóvil. No había comido nada desde que llegué a México en mi estómago tenía un vodka tonic que tomé en el avión y la mitad de una ensalada que comí en el aeropuerto.

Mi último recuerdo fue ver a la mujer moverse antes de que yo perdiera el conocimiento, desperté poco a poco, hambrienta y sedienta, con las manos atadas sobre mi cabeza me encontraba en una especie de camastro de metal, el frío me hacía sacudirme en contra de mi voluntad, los helados barrotes de la cama se clavaban en mi espalda y en mis heridas, mis pezones estaban aprisionados por unas pinzas, mis pies atados juntos a la base de la cama, mi mordaza era más cómoda que la anterior…gritaba por dentro, lágrimas bajaban por mis mejillas, cansancio, dolor, hambre, sed, frío, miedo, estaba empapada en mis adentros en mi centro, podía sentir mi clítoris hinchado a su total capacidad, deseba estar libre para aliviarme, pensaba en él, en sus manos en sus labios, lo imaginaba en mi sexo, excitación me hacía sacudirme esta vez, podía sentir que estaba cerca del orgasmo, aunque no podía hacerme llegar.

Lloré con más fuerza está vez, mi cuerpo convulsionándose, una nueva ola sacudió mi cuerpo, humedad y deseo, cuando a lo lejos oí sus pasos dirigirse hacía mi.

foto: John Clinton

miércoles, 2 de enero de 2008

Lucrecia

clavame un poco más los dientes;

pedirte que te quedes
sería como intentar frenar
la sangre
que corre por mi cuello.