domingo, 9 de diciembre de 2007

Capítulo 1, episodio 1





Tocarte mi sueño de dedos largos y cortos intentos....

Ciudad de México, 1987

Respiré el aire frío de mi ciudad, sentí un alivio indescriptible. Llevaba conmigo lo necesario para el tiempo que habría que pasar, no podía dejar notar el roce de mis medias, me sentía ansiosa y feliz, pronta estaría frente a su presencia.

Sus notas aunque breves, para mi encerraban un sentimiento que iba más allá de los convencionalismos, él era mío y yo le pertenecía, no había más que explicar. El auto se dirigía a mi hotel, ahí esperaría yo instrucciones. El Sol caía en el horizonte, la ciudad palpitaba y yo con ella. Ya estoy aquí. Reconozco sus edificios y avenidas, tímida aprecio su tamaño y poder, deseo que me tome entre sus fauces, deseo tanto a mi ciudad, deseo que me devore viva.

Sigilosa llego a mi habitación, me despojo del abrigo, el teléfono…me veo en el espejo, con una mano sostengo el auricular con la otra me busco el sexo. Sigo las instrucciones que recibo. Echada de espaldas en la cama, desnuda de la cintura hacia abajo, mi sexo mira hacia la ventana, la ciudad está desierta y sus hijos están hambrientos, toco la ternura de mis adentros, oigo su voz y me estremezco. La ventana está abierta, un escalofrío me recorre por la espina, su voz me enloquece. Mis dedos me guían. Hinchada y sedienta me entrego a su voz, imagino sus manos, imagino sus labios, me abro paso entre cavidades, frenesí, mi aroma, firme y elocuente mi tacto, él sin prisa me dirige, me dirige con energía, busco alivio a mi pesar, soy reprimida, no encontraré descanso, ahora lo sé, miedo, mi balsa naufraga lentamente, estoy segura que él me observa, soy suya, estoy en el vilo, la conversación es finalizada no sin antes advertirme del castigo que sufriré si me desbordo…Mis lágrimas corren, me convulso, mi cuerpo fuera de control, ¿lloro acaso de alegría?

Tres golpes pausados y firmes en la puerta de la habitación borran mis lágrimas, sobresaltada apoyo mis manos abiertas sobre las sábanas, persiste mi humedad. De un brinco me levanto de la cama. Mi corazón late acelerado. Sin perder un solo segundo me dirijo a la entrada, en el camino me acomodo las medias. Al pasar frente al espejo volteo y sacudo mi cabello, en mi reflejo alcanzo a ver un hilo transparente que oscila, se resbala de entre mis piernas; aun siguen temblando. Con una mano tomo el picaporte y espió por la mirilla, afuera hay dos hombres que visten trajes oscuros, no puedo verles la cara, les cubre el rostro un antifaz. Instintivamente mi dedo detiene el mecanismo de la chapa a medio accionar.

El teléfono suena nuevamente…

foto: John Chilton

1 comentario:

Joaquín El Loco Sexual y + dijo...

No pienso tanto así, de hecho me costo quitarmela de encima ja.

Saludos!