lunes, 24 de diciembre de 2007

Capítulo 1, episodio 2



Me preguntaba cuánto tiempo había estado aquí, entre el dolor y la falta de luz, era complicado saberlo. Ellos me tomaron sin preguntar, la ventana de la habitación fue cerrada con fuerza, mi cuerpo aún tembloroso y húmedo, perdía poco a poco la voluntad.

Pocas fueron las instrucciones, sonaban con un tono metálico, salimos del hotel, subí al vehículo, en mi cabeza la funda de una almohada improvisando una capucha, mi mordaza lejos de incomodarme, me daba seguridad, me sentía como un niño pequeño que al sentirse abrazado deja de llorar. Me sentía amada. Debía de sentir miedo, el sentido común me lo decía, sin embargo, yo sentía gozo, todo aquello que parecía un hermoso sueño.

No había pronunciado palabra desde que el empleado del hotel me dio mi habitación, el silencio era delicioso, me permitía estar más atenta de mis alrededores, sin distracción jugaba a adivinar que pasaba afuera.

Los sonidos llegaban distorsionados a mis oídos, la tela de mi prisión impedía la claridad, sin embargo podía distinguir los sonidos de la noche, los autos, la gente que caminaba sin sospechar de mi dicha, los frenos del vehículo eran accionados con suavidad, podría jurar que el conductor me tenía un poco de compasión, ese es el sentimiento de los que no entienden.

Soñaba con ser otra persona, soñaba con lugares, con caras y emociones que sentir, me pensaba feliz en casa de mis padres, me pensaba feliz en casa con mi esposo, ahora puedo decir que soy feliz. Sentí un leve tacto entre mis piernas, alguien trataba de asearme, me preparaban para él.

El largo vaivén del vehículo cesó, el tiempo también se había detenido dentro de mi cabeza, no pude precisar con exactitud la distancia del trayecto, mucho menos la dirección, mis pensamientos viajaban a su lado, recorriendo caminos sinuosos entre arboledas que se buscaban afanosamente, formando cúpulas sobre nosotros, como si quisieran ocultarnos de los ojos de la noche. Me encontraba en un estado delicioso de conciencia, las manos ajenas que frotaban un paño de seda sobre mi piel, en ese momento, fueron las suyas. Pensando en él, apreté con fuerza mis manos al asiento de piel para evitar que terminaran prendidas de mis pechos… El sonido de las puertas del auto me hizo abrir los ojos, la excitación dibujó una curvatura en mi rostro, si tan solo alguien hubiera podido ver mí dicha en ese momento se hubiera podido morir en paz.

Un par de manos me ayudaron a bajar, pude sentir el aire fresco golpear en mi capucha, el olor de la lluvia reciente, la humedad… Me encontraba algo entumida más no me atreví a moverme, hubiera deseado encorvar mi espalda, buscando aliviar el dolor, estirar los brazos, las piernas… Me sentí nerviosa al percibir unas pisadas acercándose. Adiviné un par de tacones altos golpeando sobre los empedrados, gracias a ello reconocí el caminar de una mujer, su tacto me lo confirmo. Me tomó firmemente de un brazo y con delicadeza apoyó su otra mano en mi espalda, recorriéndola como lluvia que resbala en la ventana, haciendo que se estremeciera todo mi ser, un leve jalón me obligó a seguirla. Escuché que el automóvil se marchaba.

Me dejé llevar, tratando de adivinar el color de las piedras mientras caminamos lo que debieron ser cincuenta pasos en línea recta, el olor de alcatraces silvestres impregnaba el ambiente, mi mente dibujaba el jardín por el cual seguramente estábamos cruzando, me vi rodando desnuda entre sus brazos, sintiendo la hierba quebrarse contra mi cuerpo, pude escuchar el agua correr, sentir las gotas estrellándose en mi piel y me mordí la mordaza al contemplar el arco que seguía el agua al viajar expulsada por la punta de la fuente. De pronto se esfumó la imagen y se detuvo mi andar al sentir sus manos chocar sobre mis hombros obligándome a detenerme, sentí que ella se acercaba frente a mi, inhalé todo su perfume, me estremeció el calido roce de su cuerpo al mío al momento en que levantó la funda lo suficiente para acercarse a mi oído, tragué saliva, sus dedos acomodaron mi cabello detrás de la oreja con un rápido movimiento y su respiración fue a parar hasta el fondo de mi ser acompañando a una voz déspota, que habló:

-Debes ser muy especial para él, me ha pedido personalmente que te prepare…

foto: John Chilton

2 comentarios:

Web master dijo...

ME GUSTA COMO ESCRIBES Y TAMBIEN ME GUSTARIA FORMAR PARTE DE TUS LETRAS.
FELICES FIESTAS!! UN BESO.

Sandra Becerril dijo...

Cielos... ese silencio me lo contagiaste y de pronto ese tiempo del que hablas me paralizó... después a veces, también quisiera ser alguien más, pero no, no podría... debe entonces ser muy especial para él y... qué sigueeee?

Muy muy muy feliz 2008, besos!