lunes, 18 de febrero de 2008

Hurgando las heridas

Me declaro el hijo perdido de Edipo
mis órbitas son los testigos
del cordón umbilical que hemos roto

Mis falanges desencarnadas de intentos
desempolvan las costras
abandonadas en la cueva del alma

Nuestras lenguas ávidas buscan
lamer las cicatrices
que atesoramos en el saco de las lamentaciones

Cupido negro se me ha revelado como demonio
semen desciende por su muslo
sus risa sin piel me enloquece
se me clava en las sienes

Sucumbimos ante el ojo verde sin párpado
hundo mis colmillos en tus poluciones nocturnas
mi débil carne tiembla entre tus penumbras
te mutilo

En los dedos siento supurar tu deseo
mi saliva envenenada corroe la esperanza
de que algún día
nos encontremos detrás del espejo

Mi cabeza da vueltas pensando en dar muerte
a esta criatura que se mete entre las vísceras
exterminar esto quisiera, desde la misma placenta

Ángeles depravados
soberbios miramos al mundo
veneramos ídolos paganos
profetas de carne
nuestra religión

Revolcándonos en las piedras, en el fango
se desolla nuestra piel en capas
develando nuestro verdadero color
cae la máscara

Camino descalzo aún
exploro mis adentros sin encontrar salida
ciego estoy para la belleza
ciego estoy para ti

El reflejo me ha tomado por sorpresa
¿a dónde te has ido?
me da miedo el exterminio que trepa por mi pierna

Siento el ciempiés de la muerte depredarme
tiene prisa de envenenar mi corazón
¿estás aquí? caigo... quiero que me veas morir
se rompe el espejo

Arranco las suturas de mis parpados
en fragmentos veo mis deformes reflexiones
no existes, mi otro se mofa
su carcajada idiota se escucha afuera

miércoles, 13 de febrero de 2008

Sed

véndame los ojos
hazme abrir grande la boca
ríete de mi
cólmame
de tu maldita sonrisa
dame de beber
ahógame
embelesame la boca

martes, 12 de febrero de 2008


Bebería las lágrimas de tus mejillas
te sostendría en mis brazos con ternura
sólo para volver a azotarte
hasta ver tu sangre correr e igual beberla

Te azotaría hasta que tu cuerpo se rindiera
entre mis brazos
te obligaría a gatear
te pondría una bota en el cuello

y lentamente me quitaría el cinturón con una mano...

gritarás mi nombre...

lunes, 11 de febrero de 2008

Capítulo 2, Episodio 3


Un chasquido de dedos resonó desde la habitación contigua, al momento las esclavas se apresuraron a conducirme ante su presencia. No volvió a escucharse un solo sonido, mas que el eco de nuestros apurados pasos.
Los arcos que adornaban el pasillo escondían tras de sí el umbral a un salón de dimensiones incalculables, pisos de mármol en desniveles saturados de tonalidades blanquecinas y azules, enormes vitrales hacían las veces de paredes, filtraban luces multicolores que dibujaban siluetas ansiosas que recorrían mi vestido a cada paso que daba y al tocarme se iban a ocultar tras las cortinas rojas, los candelabros parecían escurrirse de las cúpulas mientras pasaba bajo de ellos, los pabilos de las veladoras que colgaban de las columnas danzaban acariciados por una fresca corriente con aroma a inciensos, el salón parecía tener vida propia y cambiar a su antojo de tonalidades anaranjadas a rojizas. Al llegar al centro del lugar se me ordenó detenerme, las esclavas que me escoltaban, hicieron una reverencia y se regresaron sobre sus pasos, las puertas se cerraron.

Noté que me encontraba parada sobre un enorme circulo de mármol oscuro el cual tenía argollas empotradas en toda su circunferencia, en lo más alto del techo, sobre mi cabeza, advertí suspendido otro circulo de dimensiones exactas al primero, largas cadenas descendían de esté, inscripciones rojas como las que tatuaban mi piel le adornaban.

En la parte central al fondo del salón, sobre un pedestal, ocupando un enorme trono tachonado en cuero, se encontraba él, sentado detrás de un altar, con la soberbia y majestuosidad que solamente una deidad posee, al verlo ahí, con su mirada penetrándome, inmutable, tuve un orgasmo que me dejó temblando las piernas, No pude sostener la mirada y caí de rodillas. Así lo había idealizado desde un principio y así esperaba encontrarme; en su templo, de rodillas ante su altar, adorándolo fervientemente como a un Dios.

Escuché sus pasos más no me atreví a levantar la vista, sentí su aroma exquisito conforme se acercaba a mi, se detuvo a escasos pasos de mis rodillas, cerré los ojos y permanecí inmóvil a pesar del escalofrío constante que recorría todo mi cuerpo, el mango de su látigo se clavó en mi barbilla y de un movimiento me levantó la cara.

Foto: Kevin H

viernes, 8 de febrero de 2008

Capítulo 2, episodio 2



Contrario a lo que pensé, mi amo, me llevó a otra habitación en la que esperaban dos mujeres semidesnudas, no pude reconocer sus rostros, eran mujeres que nunca había visto, por un momento tuve la esperanza de que una de ellas fuese aquella esclava que me recibió en mi primer día aquí.

La habitación como toda la residencia estaba exquisitamente decorada, una tina romana se ergía en el centro, una de las esclavas se movió a sus órdenes y abrió lentamente las pesadas cortinas. Por primera en días podía ver la luz solar…

La realidad entró por mi pecho como una daga, me ví de repente en México incapaz de saber mi paradero, siendo abusada hasta mi límite. La luz solar trajo a mi pensamientos reales, pensé en mi esposo, pensé en mi hijo, sin ser capaz de responderme a mi misma, cuál era la razón de mi estancia en esta casa. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo al pensar en las mentiras que había dicho para tener este espacio, ¿Qué sería de mí si…?

Mi amo tiró de la cadena para ponerme a la disposición de la esclava que vestía de negro

Fui despojada de lo que llevaba puesto, el artefacto que me penetraba fue retirado por la mano de mi amo, no sin antes sentir que desfallecía de dolor, cansancio y miedo.

Heme aquí siendo bañada por dos esclavas, mi amo se retiró, corren sus manos por mi herido cuerpo, es casi un sueño que esto esté pasando, es un sueño que después de todo me excite el ser tocada por ellas. El agua era tibia y me llenaba todos mis rincones, dedos y lenguas me cubrían la piel.

Hacíamos el amor libremente, muy a pesar del collar que todavía llevaba al cuello, entreabría los ojos solo para ver los cuerpos casi perfectos de las mujeres que me llenaban toda, no había control de mi parte sólo un anhelo de dejarme ir.

Fui dirigida fuera del agua, me sentía abrumada de la excitación y el desconcierto, mis pezones fueron pintados de rojo al igual que mi intimidad, mi largo cabello fue recogido hacía atrás y fui vestida regiamente, con un vestido largo de color negro con un profundo escote, zapatillas atadas a los tobillos y mi collar…
No me imaginaba que la segunda oleada de dolor estaba tocando a mi puerta…

foto: Michael Dwen

eXquisito

I

En la luna columpiando una estrella
solía pensar en el por qué de mi existencia sin ti…
cuando en vidas pasadas he dormido cobijada en tu pecho

II

Explórate, desnúdate de mi
invéntame cómplice de tus deseos y paladea
los placeres de la carne

III

Oigo tus pasos en el cielo
siento tus manos en mis senos
exhalo y renazco entre tus brazos
inhalo y bebo de tus labios

IV

A una loba le pregunto ¿Qué es el miedo?
fuego danza en sus pupilas
la noche aúlla
el miedo… eres tú

V

Tu cuerpo latente
insaciable como animal hambriento, cautivo
abre sus fauces
se abre deseando devorarme

VI

Apretaré nudos
levantaré cadenas
suspenderé deseos
hasta que deje de correr la sangre

VII

Te lo suplico salva mi alma
sálvala del martirio de no tenerte
de sentirte sin tacto...te lo ruego
se tú la que me haga perla

VIII

El último gemido de una ninfa es tragado en el horizonte
un pandero yace agónico en un mar desolado
hoy no tengo ganas ni siquiera de olfatearte
te guardaré bajo mi almohada

IX

Pondré mi pudor en la tetera
mi vergüenza al mejor postor
estoy lista para deshacerme en tus besos
esperaré a que tú vengas

martes, 5 de febrero de 2008

Bocanada

me voy-
me urge hundirme en tus caderas,
dar una bocanada,
respirar tu nombre y dormir contigo,
junto a ti,
sobre ti,
dentro de ti

xxa