domingo, 27 de abril de 2008

Capítulo 3, Episodio 3. Final


Lo sentía, el fin estaba cerca, la sangre que corría lentamente por mis venas lo presentía, un sentimiento de falso alivio paseaba por mi mente, cuando pensaba en que no tendría que vivir así por siempre, "este penar habría de tener algún desenlace" inocentemente me repetía a mi misma. Vivir sin él era más de lo imagine. ¡Es insoportable!, me consumía su ausencia por dentro, me quemaba como hierro candente, no hay escapatoria, ahora pienso que ni la muerte me podría dar la paz. ¡Estoy condenada¡, penaré por la eternidad.

Olvidaba las cosas con frecuencia, perdí varios contratos de trabajo, pasaba por alto mensajes y recordatorios de mi secretaria. Me iba desvaneciendo poco a poco sin importarme lo que sería de mí, lo único que deseaba era verme en sus brazos por siempre, deseaba volver a nacer y verle a los ojos. Estaba rota y sólo él habría de unirme de nuevo, si ese fuese mi destino.

Nunca tomé el viaje con mi esposo, sin darme cuenta el renunció a mí, con facilidad, si puedo decirlo. No lo culpo soy como una piedra, no tengo alma desde entonces. Cuando Samuel me llamaba mamá lo oía a la distancia sin ser consciente de estar involucrada con el pequeño. Simplemente ellos se fueron, junto con mis amigos y todas las personas con las que alguna vez tuve una relación. ¿Quién soy?, un cuerpo vacío, un cuerpo silencioso, un cuerpo en espera, las tinieblas me devoran.

Desde entonces ya no finjo, ¿para qué? Es más fácil ahora que no pretendo estar donde no lo estoy. Como poco, duermo poco, sólo espero a que él mande por mí, espero el momento de vivir por siempre en su pecho.

Al principio recuerdo, en medio de mi confusión, fue difícil ver alejarse a mi familia, sin embargo, inevitable, ya no era quienes ellos necesitaban, me había convertido en un animal, con el sólo instinto de él, me fui quedando sola, así tenía que ser, no había espacio para negociaciones, no podía darle a los demás lo que me pedían, no puedo darle nada a nadie, no tengo nada, le pertenezco sólo a él, soy por él y para él, nadie existe, nada existe, sólo su deseo.

No es la primera vez que pierdo el sentido del tiempo floto entre la luz y la obscuridad, pasan los días sin que arranque las hojas del calendario... Sin embargo, sé que el fin está cerca. Vivo acurrucada junto al teléfono. He dejado de usar ropa, así es como quiero vivir desde ahora, que nada separe mi piel de su tacto, de su mirada, de su fuete, de sus cuerdas, de su lengua, de sus labios, sus látigos, sus cadenas, de sus ganas, de él, nada entre nosotros.

Lo último que recuerdo es ver mis pies descalzos, mi cuerpo desnudo inusualmente ligero, camino por un sendero sinuoso parecido al de mis pesadillas, sin embargo no tengo miedo, camino sin pudor, él me espera al final del sendero, mis ojos sólo pueden ver sus ojos, parpadeo con temor a perder un instante de su visión, él está ahí, él es para mí, llegó liviana ante su presencia, él me mira sin decir nada caigo a sus pies, exhausta, ¡lo he logrado! ya no despertaré.

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